- Por Javier Peró, co-fundador y presidente del Directorio de Kyklos.
Chile es uno de los países que genera más residuos per cápita en América del Sur. Y si bien varias cifras revelan avances en esta gestión en comparación con nuestros países vecinos, mantenemos una tasa de recuperación que está entre las más bajas de la OCDE. En relación con estos datos, estudiar las causas y consecuencias de tener un desempeño tan bajo debiera ser un imperativo para la articulación de políticas públicas efectivas y eficientes. Sin embargo, hasta la fecha no existe un levantamiento o mecanismo formal que analice variables como las cantidades de residuos generados, de envases y embalajes reciclables recolectados, o de los volúmenes de residuos orgánicos recuperados a nivel comunal.
Los estudios del Ministerio del Medio Ambiente sobre la gestión ambiental de los municipios solo han recogido información de la plataforma SINADER, que cuenta con data acerca de la generación y disposición de residuos. El problema está en que mantiene una brecha de representatividad a nivel municipal, y en muchos casos la información entregada no es validada y contiene errores.
Con el propósito de contar con evidencia científica en este ámbito, en Kyklos, y con el apoyo de la Universidad Católica de Valparaíso, la Asociación Chilena de Municipalidades, la Asociación Nacional de la Industria del Reciclaje y TodosReciclamos, analizamos las variables más incidentes en mayores tasas de recuperación y valorización a nivel municipal en relación con los residuos sólidos domiciliarios.
Nos pusimos manos a la obra en 2022, trabajando con data del 2021, que obtuvimos directamente de 279 comunas de todas las regiones del país, correspondientes al 81% del total nacional. Y a partir de un estudio inédito de correlaciones de variables como la cantidad de residuos generados, presupuestos asignados, infraestructura, volúmenes de disposición y recuperación, sistemas de recolección, y programas de reciclaje y compostaje, nos topamos con varias sorpresas y algunas conclusiones poco intuitivas.
Por ejemplo, descubrimos que en relación con el reciclaje per cápita diario, la tasa de recolección de envases y embalajes, y la tasa de recuperación de residuos reciclables y orgánicos, una pequeña comuna de la zona sur, como Futaleufú, fue la que arrojó mejores resultados.
A nivel de conclusiones, y a diferencia de lo que podría suponerse, descubrimos que el presupuesto invertido por los municipios en la gestión de residuos no mostró una relación evidente con respecto de las tasas de reciclaje. En muchos casos, comunas con menores presupuestos tienen mejor desempeño en recuperación. Por otra parte, aquellas comunas que contaban con un presupuesto separado y específico para programas de reciclaje, mostraron mejores tasas de recuperación. También dimos con que las mejores tasas de recuperación se relacionaron con estrategia mixtas, que consideraban programas de recolección casa a casa e infraestructura de acopio. Y, por último, como una de las conclusiones más interesantes, encontramos una alta correlación entre mayores tasas de recuperación de reciclables en municipios con programas de recuperación de residuos orgánicos.
Nuestra invitación es a mirar detenidamente estas correlaciones para diseñar políticas públicas que apunten realmente en donde se producirán los impactos esperados, sobre todo en un contexto crítico que ya cuenta con varios rellenos sanitarios colapsados y comunas que disponen toda la basura en vertederos “legales” e ilegales a vista de todos. Por esto es indispensable avanzar con agilidad en el aumento de las tasas de recuperación y valorización, con miras hacia una economía circular.
De cara a estos objetivos también esperamos conseguir el apoyo necesario para asegurar la continuidad de este valioso trabajo, que aporta no solo evidencia a toda la industria, sino también a todas las instituciones públicas y legisladores a cargo de establecer estas estrategias.