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Ley REP: ¿garrotes o zanahorias?

Ene 25, 2024

  • Por Isidro Pereda, Repensando Consultores.

El año pasado estuve charlando con una abogada española que se estaba cambiando de residencia a Bélgica por trabajo. Le pregunté que había sido lo más complejo del cambio: el idioma, la comida, el transporte público, la idiosincrasia, etc. “Nada de eso”, me comentó. “Lo más complejo es no equivocarte de cómo se recicla, ya que si te equivocas ¡te pueden pasar una infracción de hasta 700 euros!”. Me relató con lujo de detalles lo que se podía y no poner en la bolsa azul del reciclaje y que además la gestión de residuos se cobraba en el mismo costo de las bolsas. “La bolsa azul del reciclaje cuesta un 10% de lo que cuesta la bolsa de la basura”.

Cabe señalar que las tasas de reciclaje de Bélgica son las más altas de Europa, llegando a más de un 90% de reciclaje en plásticos PET aun cuando no tienen operando un sistema de depósito, devolución y reembolso (SDDR) como lo tiene Alemania. Por otra parte, tienen las tarifas de los sistemas de gestión más costo-eficientes de la región, dada su geografía, pero sobre todo a la calidad de los materiales retirados para su posterior reciclaje. Los incentivos funcionan a la perfección.

Tal como muchos cambios conductuales, cuando existen los incentivos correctos es más fácil de lograr que la ciudadanía se alinee de manera masiva. Los clásicos garrotes (multas o infracciones) y zanahorias (ahorros o ganancias), vuelven a estar tan vigentes como antaño.

En Chile, desde octubre del 2023 empezó la operación de los sistemas de gestión de envases y embalajes: ReSimple, Giro y ProRep comenzaron a poner en marcha la operación de diversos servicios de reciclaje, que, de manera paulatina, irán llegando a todo Chile en 12 años. Lamentablemente dicha operación se encuentra en un entorno muy distinto al de Bélgica, país 15 veces más denso que Chile y con los incentivos antes señalados en la gestión de residuos. 

En nuestro país, el 80% de los ciudadanos no pagan por la gestión de basura y el 20% restante no paga en virtud de la cantidad que genera y mucho menos se diferencia aquellos que reciclan. La Ley REP en nuestro país está operando sin incentivos (garrotes ni zanahorias), por lo cual solo se está apelando a la conciencia medioambiental del ciudadano, que según las últimas encuestas de percepción, no está dentro de los 10 temas más relevantes del quehacer diario de las personas en sus casas.

Ante la pregunta: ¿Qué se puede hacer al respecto?, la respuesta es evidente: ¡pongamos en funcionamiento incentivos a los ciudadanos!, y claro, como todo es más fácil decirlo que hacerlo, ya que esto conllevaría un cambio legal políticamente poco seductor y con costos a la ciudadanía. Sin embargo, si queremos alcanzar las tasas de reciclaje que señala el decreto de envases y embalajes, esto es, quintuplicar las actuales tasas de reciclaje en 12 años, con pura voluntad medioambiental ciudadana se ve una tarea muy cuesta arriba para los sistemas de gestión. Por tanto, más temprano que tarde la discusión del pago por botar basura es un tema que se debe analizar y quizás no haya para qué buscar en el viejo continente, basta con ver la experiencia colombiana de cómo han ido implementando el pago denominado “pay as you throw (PAYT)” en donde a los usuarios se les cobra una tarifa basada en la cantidad de residuos que presentan para su recolección al municipio o autoridad local. Con esto se evita que los presupuestos municipales se vean mermados por la gestión de basura y se fomentan el reciclaje y el compostaje de residuos orgánicos.

En resumen, si al ciudadano no le cuesta nada botar a la basura, no le pidamos que recicle o composte porque lo más probable es que nos pregunte de vuelta: “¿que gano o pierdo si boto todo junto a la basura?”. 

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