- Según el Dr. Amit Gross, experto israelí, el agua es un recurso “finito en el mundo” y cada vez más escaso, por lo que es necesario reutilizarla. No obstante, advirtió que hay una serie de desafíos a enfrentar para que el agua gris se pueda reusar de forma segura.
“El agua es escasa en esta parte del mundo (Israel) y en esta zona del Negev, que es desértica”, comentó el Dr. Amit Gross, experto en reutilización de aguas grises y director del Instituto Zuckerberg, dedicado a la investigación del agua y perteneciente a la Universidad Ben-Gurión del Negev, de Israel, en un webinar internacional organizado por el Proyecto Greywater Reuse (GWR).
Por eso, explicó, destinan 70 investigadores a la búsqueda de un uso más eficiente del recurso hídrico. Y no se trata de una realidad aislada. “Según la ONU, un 45% de la población mundial vive en zonas consideradas áridas, porcentaje que se va incrementando. Lo que hay que tener en cuenta es que el agua es un recurso finito en el mundo, que en un 95% no está disponible para nosotros”, agregó.
“La poca agua superficial que sí tenemos disponible no es suficiente para proveer debido a que, a medida que crece la población, aumenta la demanda, y además está sometida a contaminación por la actividad humana, por lo que muchos recursos hídricos no son aptos para el consumo”, enfatizó el experto israelí.
De acuerdo con el Dr. Gross, “hay mucho espacio para mejora. Si vemos la agricultura, estamos regando alrededor de tres veces más que las necesidades reales de una planta. La demanda de agua de la agricultura alcanza el 70% del consumo y se proyecta que llegará casi al 90% en 2050”.
Aparte de optimizar el uso, fue tajante en señalar que hay que buscar nuevos recursos. “No hay duda de que el agua gris se puede separar del agua negra y, al reutilizarla, se puede llegar a ahorrar hasta 70% del recurso”.
Desafíos para un reúso seguro
Respecto a qué estrategia seguir para enfrentar el reúso, el Dr. Amit Gross sostuvo que no hay una receta única, porque hay que considerar la escala (no es lo mismo una vivienda unifamiliar que un edificio) e incluso los hábitos de consumo y las tecnologías que usan —por ejemplo— para el vaciado del inodoro, que varían de país en país, lo que modifica la proporción de aguas grises.
Asimismo, enfatizó que hay varios desafíos asociados al reúso de aguas grises, los que dividió en tres principales. “Uno es físico, y tiene que ver con que la cañería de agua residual está diseñada para una cierta cantidad de líquido y sólido, donde el flujo puede verse complicado si removemos 60% del agua presente. Este es un tema que, si desarrollamos el reúso de agua gris a mayor escala, tendrá que tomarse en consideración en todos nuestros diseños”.
Los otros desafíos apuntan a los riesgos de salud por la dispersión de patógenos, así como restos de fármacos, y a los efectos ambientales que se pueden producir. “Por lo tanto, para que el agua gris se puede reutilizar en forma segura, se requiere un tratamiento efectivo”, afirmó el Dr. Gross.
Sobre los beneficios, destacó que el ahorro “no es sólo a nivel de usuario, sino que también puede serlo a nivel nacional, tanto en agua como energía, si comparamos con las centrales de desalinización, que es lo que se utiliza en Israel”.
A diferencia de lo que ocurre con la desalinización, “es posible tratar agua gris con tecnologías de bajo costo, lo que la hace ser una solución económica”, concluyó el Dr. Amit Gross, invitando a seguir investigando y desarrollando opciones de reúso de aguas grises, de cara a un futuro de escasez de recursos hídricos.
Sobre el Proyecto GWR
El proyecto Greywater Reuse plantea reusar aguas grises domiciliarias —que representan cerca del 65% de las aguas eliminadas desde los hogares— en el riego de muros y techos verdes, entre otros fines, mejorando la gestión del agua y obteniendo beneficios en aislación térmica y acústica de las viviendas.
La iniciativa es financiada por el Proyecto Anillo de ANID (Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo).
Una casa piloto ya se encuentra en instalación para estudiar y exhibir estas soluciones a escala real en el Centro Tecnológico para la Innovación en Construcción (CTEC) ubicado en Laguna Carén.
El equipo científico está compuesto por siete investigadores de las universidades de Santiago, Andrés Bello y del Bío-Bío.