Por Ximena Ruz Espejo, directora ejecutiva de la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático.
¿Cómo vistes hoy? ¿Es ropa duradera, reciclada o es lo que se conoce como fast fashion (producción en masa de ropa barata y desechable)? Si es esto último, eres parte del problema.
En reiteradas oportunidades hemos visto los cerros de ropa abandonada en el desierto. Toneladas de prendas en desuso, algunas arden eternamente bajo un humo negro, otras son desgarradas por el viento esparciendo sus fibras de poliéster a kilómetros de distancia. ¿Cómo llegaron ahí? Son el resultado de una producción indiscriminada de textiles a bajo precio y con impactos monumentales. Hoy se produce un 400% más de ropa que hace 20 años, 100 mil millones de prendas textiles, lo que posiciona a esta industria como la segunda más contaminante del planeta, con emisiones de carbono que representan el 10% del total y el 20% de las aguas residuales. ¿Cómo andamos por casa? Mal. En nuestro país, el consumo de ropa ha aumentado un 80% en los últimos cinco años, pasando de 13 a 50 prendas nuevas al año, lo que nos ubica como el país sudamericano que más ropa consume per cápita. ¿Cómo está tu promedio?
Pero hay quienes se han puesto la camiseta (reciclada) para darle una vida nueva a los desechos textiles. Poco a poco nacen empresas gestoras que, de la mano de innovaciones, y sin duda mucho esfuerzo, intentan valorizar lo que millones consideran pasado de moda. Un buen ejemplo es Ecocitex, emprendimiento que se dedica a elaborar lana con textiles reciclados, además de reutilizar, vender y donar ropa. Hace unas semanas Ecocitex sufrió un incendio que provocó daños profundos, lo que puso en evidencia el frágil sistema de gestión que aún existe alrededor de los residuos textiles.
El esfuerzo de los distintos actores para disminuir los desechos de la moda comienza a dar frutos. Sabemos que pronto la industria textil será incluida dentro de la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (LEY REP) que ya considera seis productos prioritarios en el país. Las empresas que elaboran, importan o venden ropa y otros productos textiles deberán gestionar las miles de toneladas de residuos que generan en el mercado nacional.
Suena fácil, pero en la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático bien sabemos que no lo es. Implementar sistemas de gestión robustos y eficientes conlleva el acuerdo de numerosos actores, los cuales deben sentarse a la mesa y establecer las alianzas necesarias que permitan viabilizar el mandato legal.
Como ya lo hicimos con los otros seis productos prioritarios de la Ley, nos arremangamos las mangas y junto a la Cámara Diseña Sustentable y el Ministerio del Medio Ambiente impulsamos un Acuerdo de Producción Limpia, con miras a ejecutar el primer piloto de recolección y valorización de residuos pre y post consumo de prendas de primera mano, y, junto con ello, mejorar la información base del sector que sirva de insumo para las metas de recolección y valorización.
Lamento informar que todo este esfuerzo no será suficiente. Los volúmenes generados por la fast fashion son gigantescos. Junto al compromiso de las empresas, el nacimiento de nuevos mercados y la revalorización fomentada por la Ley REP, debe existir la conciencia de las personas consumidoras al momento de comprar o deshacerse de las prendas.
No será fácil disminuir los desechos textiles que hoy se generan. Levantar empresas valorizadoras o poner en marcha decretos que regulen el reciclaje toma su tiempo; mientras tanto, son millones las prendas que todos los días decidimos que ya no nos acomodan. Es momento de ponerse los pantalones y que estos sean duraderos.