Los residuos provenientes del proceso de limpieza de la quinua podrán ser utilizados en productos cosméticos, medicinas y biofertilizantes, entre otros.
Cada año la quinua suma más adeptos por sus altos contenidos nutricionales y su sencilla elaboración. Para el 2020, la producción nacional alcanzó las 99 mil toneladas, representando un incremento de 10,3% frente al año anterior, lo que se traduce en casi 10 mil toneladas de cascarillas que se descartan como residuo.
El académico del Departamento de Gestión Agraria y jefe de carrera de Ingeniería en Agronegocios USACH, Luis Sáez, junto a los profesores adjuntos, Miguel Aburto y Carlos Díaz se adjudicaron el Fondo de Innovación para la Competitividad Regional (FIC-R) por su proyecto «Transferencia escalamiento cascarilla de quinua».
El proyecto tiene como objetivo desarrollar un modelo de transformación, uso y escalamiento de la cascarilla de quinua para diferentes aplicaciones de uso comercial entre los diferentes actores de la región de O’Higgins.
El mérito innovador es doble: Por un lado, darle una nueva vida a los residuos provenientes del proceso de limpieza de la quínoa y por otro, generar un nuevo modelo de negocios que produzca un encadenamiento como sector, utilizando como plataforma la Asociación Gremial de Productores de Quinoa (PROQUINOA).
«El proyecto ha planteado una metodología participativa, en que los beneficiarios van a decidir los diferentes productos a desarrollar”, explican los docentes. “Buscamos implementar procesos de extracción y elaboración de productos a base de saponinas, que contribuyan a diversificar la oferta de este rubro, contribuyendo así al desarrollo de modelos de producción más sostenibles en la región y el país”, agregan.
Revalorizando el residuo de quinua
La región de O’Higgins cuenta con cinco empresas transformadoras y procesadoras del grano de quinua, industria que por temporada genera 50 toneladas de cascarillas provenientes del proceso de limpieza y que deben ser eliminadas como residuo sin ningún uso alternativo, ni aprovechamiento comercial.
El actual proyecto permitirá elaborar a lo menos dos productos a base de la saponina derivada de la cáscara del grano e implementar un modelo de negocios que beneficiará a 30 productores durante la primera etapa.
“Respecto a nuevos productos de quinua, se pueden mencionar: antioxidantes específicos y nutracéuticos (suplementos dietéticos)», comentó el jefe de carrera.
Esta no es la primera vez que los docentes trabajan con los residuos de este grano. Para el 2016, el Gobierno de la región de O’Higgins impulsó y financió el proyecto «Transferencia Biopesticida en base a Saponinas de Quinua» de Sáez, cuyo objetivo central fue formular un pesticida natural a base de las cáscaras. Gracias a este estudio, hoy se dispone de información para ingresar al mercado y adicionarle valor residuos mediante otros usos alternativos en áreas como: la agricultura, la cosmética, la alimentación animal, medicina, entre otros.
Gracias al trabajo de los profesores de Ingeniería en Agronegocios USACH, en conjunto a PROQUINOA, se permitirá darle más dinamismo y competitividad a una industria nacional que ha ido ganando un respetable posicionamiento en el mercado.