En Chile, una familia puede desperdiciar 63,3 kg de pan anualmente, es decir, el 16,7% del consumo promedio de la población nacional. Luis Sáez, académico del Departamento de Gestión Agraria USACH, entrega cinco consejos para disminuir el desperdicio de alimentos: «Se ha inculcado a la población que la calidad se relaciona con lo uniforme y lo grande».
Según la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO), 1.300 millones de toneladas de alimento son desperdiciados al año. Cifra que equivale a un tercio de la producción global y que podría alimentar a 2.000 millones de personas.
Un estudio realizado por la Universidad de Santiago da cuenta de la realidad nacional. En Chile, alrededor de 99 millones de unidades de lechuga y 58 mil toneladas de papas se pierden cada año. En relación con el consumo doméstico, una familia puede desperdiciar 63,3 kg de pan anualmente, es decir, el 16,7% del consumo promedio en la población nacional. Luis Sáez, académico del Departamento de Gestión Agraria USACH, señala que el problema es más profundo: “Se ha inculcado a la población que la calidad se relaciona con lo uniforme y lo grande. Bajo ese concepto de calidad, aquellos productos que no sigan sus parámetros son desechados».
Frente a este escenario, Sáez entrega cinco recomendaciones para disminuir los desperdicios de alimentos desde el hogar:
1) Planificar tu alimentación:
Antes de ir al comercio, revise los productos que ya posee y planifique sus comidas. Una vez en el comercio, aténgase a las compras impulsivas y no caiga en la tentación de las ofertas si sobrepasa su consumo habitual.
2) Lo “feo” también es bueno:
No juzgue los alimentos según su apariencia. Millones de frutas y verduras son desperdiciadas por incumplir con parámetros estéticos o por su madurez. Estos últimos son perfectos para preparar batidos, jugos, sopas, postres y conservas.
3) Almacenar los alimentos de la forma correcta:
Ya sea en el refrigerador o en la despensa, organice sus productos de tal manera que los más antiguos queden al frente. Utilice contenedores herméticos para mantener los alimentos frescos, asegúrese de cerrar los paquetes y considere en qué condiciones deben ser almacenados los productos.
Reconozca los vegetales que liberan etileno, gas natural responsable de la maduración de frutas y verduras y responsables de que cambien su aspecto. Es importante que almacenes las productoras de este gas como: la cebolla, tomate, manzanas y paltas por separado. De este modo evitarás la maduración de los demás vegetales.
Por último, en caso de tener frutas y verduras maduras y que excedan su consumo habitual, puede convertirlas en conservas, congelarlas, compartirlas o donarlas.
4) Revalorar los alimentos:
Los tallos, hojas y cáscaras de frutas y verduras también poseen un excelente valor nutricional. Por ejemplo, puedes cocinar “mechada” de cáscaras de plátano; pesto con hojas de zanahoria y hummus de tallos de brócoli. Aprovéchalos y saca a relucir tu creatividad en la cocina.
5) Calcular las porciones:
Sirve porciones más pequeñas en casa y comparta platos más grandes en restaurantes. Si no come todo lo que cocina o pide, puede congelarlo para más adelante o utilizarlo como ingrediente en otra preparación.