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Costos de la inacción frente al cambio climático

Ago 11, 2022

Por Gonzalo Muñoz, Chairman Climate Champions Board COP y Daniel Vercelli Baladrón, socio y Managing Partner de Manuia.

¿Cuánto le cuesta al país no hacer nada frente a las amenazas del cambio climático? Responder esta pregunta de manera categórica puede ser difícil, pero sí tenemos algunos datos estimados cuando se evalúa el panorama por sector. Ese es el ejercicio que hizo el Ministerio del Medio Ambiente junto a la CEPAL en 2021, con el objetivo de analizar los efectos económicos y sociales de esta inacción, para así focalizar las políticas públicas y las inversiones en revertir la situación.

A modo de ejemplo, si no existen acciones futuras ni planes de mitigación, el ingreso agrícola neto del país podría tener una reducción del 28% en el año 2050 debido al deterioro en el rendimiento de los cultivos. La pesca artesanal puede contraer sus ganancias en un 10% y los efectos de la erosión de las playas generarían un costo aproximado de 5,6 millones de dólares. En materia de salud, las consecuencias de las olas de calor y las altas temperaturas apuntan al aumento de la mortalidad de la población debido a causas respiratorias y cardiovasculares, las que pueden verse empeoradas con el sobrepeso que afecta a miles de chilenos.

No siempre es fácil visualizar el daño cuando hablamos repetidamente de los efectos nocivos que está trayendo el cambio climático y el discurso es abstracto, pero lo que sucedió hace algunos días en Londres y en Japón, nos dejan claro que es algo real y palpable. Olas de calor, temperaturas sobre los 41 grados, suspensión de recorridos del transporte público debido al sobrecalentamiento de carreteras y líneas ferroviarias, aumento de los incendios forestales y colapso de infraestructura crítica como el puente que colapsó en la ciudad de Quanzhou, son hechos que no podemos pasar por alto y que eventualmente, también podrían replicarse en Chile.

Algunos países ya están implementando medidas para detener el cambio climático y reducir sus emisiones. Es el caso de Estados Unidos, donde el Senado puso en marcha un paquete de inyección de recursos avaluado en $369 mil millones de dólares para transformar la forma en que el país produce energía y revolucionar la industria automotriz, entregando créditos fiscales y subsidios para favorecer las energías renovables, los vehículos eléctricos y para hacer que las viviendas sean más eficientes. 

Guardando las proporciones monetarias, en Chile también pueden realizarse acciones de este tipo, pero para ello necesitamos que sea el Estado quien lidere la formulación de políticas públicas, por ejemplo, con una ley sobre cambio climático y estímulos dirigidos a la protección medioambiental mediante inversiones, exenciones tributarias, subsidios, etc.

Contar con un marco normativo es además una oportunidad de desarrollo y crecimiento donde puede participar activamente el sector privado. En Estados Unidos las nuevas líneas de trabajo apuntan a la transición a la electromovilidad y la transformación energética de los hogares, lo que significará una mayor demanda de productos, bienes y servicios que cumplan con estos requisitos. Así, muchas empresas podrán reorientar su negocio y posicionarse en el mercado de manera útil y positiva para el planeta y las personas.

En un escenario que nos plantea estos desafíos, lo peor es la inacción y el quedarnos de brazos cruzados. En cambio, si a nivel gubernamental, privado e individual damos pasos concretos en la lucha contra el cambio climático, no sólo ahorraremos costos en áreas claves como la agricultura, la pesca, la biodiversidad y la salud, sino que además estaremos creando nuevos caminos y oportunidades de desarrollo para Chile.

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