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La crisis climática no conoce fronteras, tú tampoco deberías

Jul 13, 2022

Por Macarena Guajardo, directora ejecutiva de Fundación Basura.

Es bien sabido que estamos enfrentando una difícil situación en relación a la inmigración en Chile. Sólo en el último año se han incrementado en un 20,7% las solicitudes de asilo y personas refugiadas según la última estadística elaborada por la ACNUR (Agencia de la ONU para los Refugiados). Esto ha generado un evidente revuelo mediático y social que se ha visto retratado en los medios, con propuestas carentes de humanidad misma como la creación de zanjas o la quema de elementos personales de personas migrantes en el espacio público.

Situaciones que son posiblemente creadas a partir del miedo, la falta de políticas públicas eficientes, la carente educación que recibimos al respecto pero, por sobre todo, del desconocer a nuestra propia especie como lo que es, un ser que migra.

Desde el inicio de los tiempos, hemos recorrido la tierra en búsqueda de alimento. Movernos es parte de nuestro ADN, de la transformación continua que existe en el planeta, el traspaso de la vida hacia otro lugar, hacia otro cuerpo. Como lo indica Emanuele Coccia en su libro Metamorfósis, “dar nacimiento significa entonces dejar que la tierra pase en el cuerpo de unx para llevarla a otra parte. Todo parto es una continuación de la tectónica de las placas, del movimiento que permite a Gaia cambiar su lugar. Desde este punto de vista, el nacimiento es un proceso de migración: parir significa dejar migrar la vida, la respiración, el yo, hacia otro lugar y hacia otro cuerpo”. Si bien en el pasado migramos en búsqueda de comida, hoy lo hacemos en búsqueda de conocimiento a través de intercambios estudiantiles, nuevas experiencias mediante viajes y, en el peor y más desafortunado de los casos, en búsqueda de supervivencia.

Hoy las generaciones jóvenes se encuentran cada vez más preocupadas del amenazado equilibrio del planeta y, por ende, de su futuro, como ha quedado demostrado a través de movimientos como Viernes por el Futuro. Desafortunadamente, los impactos de la crisis climática aumentan la cantidad de personas, en su mayoría mujeres, niñas y adolescentes, que deberán buscar refugio en otros territorios. Por eso, la generación de conciencia en relación a la protección de la salud planetaria y su directa relación con la salud y bienestar personal es urgente.

Es en esa línea que, como Fundación Basura y junto a ACNUR, hemos realizado una serie de intervenciones en distintas ciudades de Chile, como Iquique, Arica, Valparaíso, Santiago y Temuco, para generar espacios de encuentro a través de experiencias de aprendizaje en torno a una problemática que no conoce fronteras: la crisis climática.

Y es, nada más y nada menos que a través de nuestro basurero, que tenemos el poder y la oportunidad de construir un mejor presente y futuro para todas las personas y seres vivos que habitan esta hermosa, caótica e increíble masa terrestre.

Es con pequeñas grandes acciones, como tomar buenas decisiones de compra en el supermercado o el quiosco de la esquina, preguntarnos “quién hizo mi ropa”, reparar nuestros zapatos, transformar nuestros residuos orgánicos en fertilizante, clasificar los residuos para reciclaje, andar en bici, comernos toda la comida de nuestro plato, colaborando e impulsando acciones colectivas y comunitarias, entre muchas otras alternativas, que podremos alivianar la carga planetaria no sólo disminuyendo la emisión de gases de efecto invernadero sino construyendo un mundo donde más personas puedan vivir en sus hogares con salud y paz.

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