- La cumbre medioambiental más importante del orbe termina hoy con sendos acuerdos para frenar el cambio climático, en base a maniobras políticas, sociales y también respecto a la economía circular. Distintas metas fijadas para el 2050 redondean esta reunión anual, que contó con la participación de más de 150 países.
El año 2050 fue establecido como fecha límite de un desarrollo sustentable en la Tierra. Este escenario «apocalíptico» tiene como principal culpable a un sector industrial cada vez más contaminante, como lo señalan diversos estudios -sobre todo de la Organización de Naciones Unidas (ONU)-, por lo que frenar el incremento de emisiones de gases y otros aspectos nocivos para el ecosistema, es la principal tarea de las grandes naciones.
En esa línea, la COP26 se desarrolló durante dos semanas en Glasgow, Escocia. La instancia tuvo como objetivo fijar metas concretas para detener lo que hasta ahora ha sido una caída libre. Uno de los pilares para lograr la sustentabilidad es adoptar modelos de economía circular en varios aspectos de las grandes ciudades del mundo.
Colombia, por ejemplo, explicó su programa de economía circular, el cual está presente en el país cafetalero desde 2019. La «Estrategia Nacional de Economía Circular» fue pionera en Latinoamérica y está enfocada en mayor productividad y eficiencia en el uso del agua, la energía y las materias primas. El modelo está basado en seis líneas de acción interrelacionadas entre sí, con especial énfasis en el flujo de materiales de envases y empaques.
De igual forma, el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia, resaltó el «Plan Nacional para la Gestión Sostenible de los Plásticos de un Solo Uso», lanzado este año. En la iniciativa, participan el sector industrial, otros ministerios y representantes de ONG, entre otros. El propósito es implementar la gestión sostenible del plástico a partir de instrumentos y acciones de prevención, reducción, reutilización, aprovechamiento, consumo responsable, generación de nuevas oportunidades de negocio, encadenamientos, empleos y desarrollos tecnológicos
En cuanto a la participación de Chile, destacaron EcoCarga y Aguas Andinas, ambas empresas nacionales que cuentan con modelos de economía circular en sus procesos. EcoCarga, en concreto, es una derivada de Empresas Demaria -propietaria de la marca Virginia-.
Carolina Carrera, gerente de atención de clientes de EcoCarga y Paolo Mazza, CEO de EcoCarga estuvieron en Glasgow para presentar en el «Encuentro de las Industrias» un evento organizado por «Race to Zero», iniciativa que busca alcanzar la carbono neutralidad a 2050. La firma comercializa productos de limpieza a granel (suavizante, detergente, lavalozas y limpiador multiuso), en 23 tiendas en las regiones Metropolitana y Valparaíso. Recientemente, concretó una alianza con Cencosud para instalar un módulo de recarga en un supermercado de la marca, para adquirir envases recargables, detergente y lavaloza.
«Nuestra participación en el encuentro de la industria de la Cop26 es un importante reconocimiento al modelo EcoCarga, que fue presentado como ejemplo latinoamericano y mundial, ya que es una iniciativa inspirada en la economía circular para reducir impactos a través de la reutilización de envases y transformador en la industria», dice Paolo Mazza. «El llamado en esta COP26 es a trabajar en las regulaciones que hoy en día no nos permiten incluir más industrias en esta nueva y limpia forma de comprar», agrega el CEO de EcoCarga.
Por parte de Aguas Andinas, Marta Colet -gerente general de Aguas Andinas- presentó una estrategia de adaptación y resiliencia frente al cambio climático. La marca fue la única chilena en estar presente en el lanzamiento de la iniciativa «50 to 1 billion», impulsada por la International Water Association.
La ejecutiva enfatizó acerca de las metas que se ha propuesto la compañía para tener ciudades más resilientes. En esa línea, Aguas Andinas destacó el funcionamiento de sus Biofactorías: plantas de tratamiento de aguas residuales de Santiago que generan nuevos recursos como biofertilizantes para la agricultura, gas natural, producción de energía eléctrica y térmica, y agua depurada para ciudad, la que, incluso, puede tener una segunda vida y ser reusada en riego agrícola, recarga de acuíferos o usos industriales.
Así también, Colet presentó los avances de los Megaestanques de Pirque, un proyecto que aboga por la autonomía en el suministro de agua de la Región Metropolitana. Actualmente, son 34 horas de servicio autónomo con una proyección de 48 horas para los próximos años.
«Esto es una demostración más de nuestro compromiso para enfrentar el cambio climático, poniéndonos cada vez metas más exigentes, y sumándose a nuestra activa participación en Race to Zero y Race to Resilience», señala Pamela Bravo, jefa de sustentabilidad de Aguas Andinas.