¿Te imaginas una botella PET que sea tan resistente como un ladrillo, pero amigable con el medio ambiente? Pues es posible: son los llamados ecoladrillos, fabricados con botellas plásticas rellenas a presión con residuos inorgánicos limpios, secos, y dentro de lo posible, no reciclables.
Por Josefa Zepeda
Un estudio realizado por la Asociación Gremial de Industriales del Plástico (ASIPLA), dice que en Chile se recicla aproximadamente un 8% (83.679 mil toneladas) de plástico al año, y el consumo total son 990 mil toneladas.
Los ecoladrillos podrían ser una solución paliativa al problema del plástico, ya que son un elemento de construcción que se fabrica a partir de una botella plástica, que se llenan a presión con bolsas o papeles plásticos compactados dentro, también puede ser con cualquier residuo inorgánico. El resultado es una botella tan resistente que sirve como bloques de construcción, que pueden ser utilizados para producir varios objetos, como muebles, bancas, paredes de jardín, invernaderos, etcétera.
Según Fernando Espinoza, director del proyecto Ecoladrillos -impulsado por la Subdirección de Innovación e Investigación Aplicada de Duoc UC– al elaborar un ecoladrillo, se evita que cerca de medio kilo de residuos inorgánicos terminen en un vertedero sanitario.
Los ecoladrillos tienen un sistema de baja tecnología, apto para hacer desde el hogar: solo se necesita una botella PET y todos los residuos inorgánicos del hogar. La idea es que sean desechos que no se pueden reciclar, o es más difícil como: envoltorios, cartones plastificados, aluminio, envases de yogurt, plásticos que no entran en el reciclaje, entre otros. Lo importante es que estén limpios y secos, para evitar que se produzcan hongos en el interior, y deteriore la funcionalidad de este.
Más que reciclaje: autoeducación.
Felipe Castillo es fundador de la Fundación R, que nace a partir de la idea de vivir sin dañar el medio ambiente. Su principal fin es educar e informar a la población sobre los ecoladrillos para que puedan colaborar en el proceso de reciclaje y recolección.
Castillo comenta que desde la fundación lo ven como un elemento educativo de concientización: “Prácticamente te autoeducas haciendo un buen ecoladrillo, porque te das cuenta de cuánto son los residuos que realmente caben en esa botella bien compactados, que son muchísimos”.
Los ecoladrillos tienen muchas ventajas, entre las más importantes son que reduce la contaminación del medioambiente al utilizar una gran cantidad de plástico; no requieren mayor tecnología para elaborarlos y son de bajo costo, ya que se reutilizan materiales que irían al bote de basura; además son limpios, fáciles de almacenar y transportar.
Para que sea apto construir con ecoladrillos, los residuos deben quedar bien compactados al interior de la botella, o sino quedan espacios de aire que son imposibles de eliminar, y generan que el ecoladrillo pierda eficiencia. Se recomienda que cada cinco o diez residuos se compacte lo más posible con ayuda de un palo.
Desde la Fundación R, además de educar, reciben los ecoladrillos de las personas. Pero para que puedan ser recepcionados deben pasar la prueba de calidad: una botella de litro y medio debe pesar mínimo 500 gramos. Castillo explica que otra forma de comprobar la resistencia es: “Si uno se para con los dos pies arriba del ecoladrillo no se debería deformar, ni debería sonar. Debería resistirte sin ningún inconveniente”.
Construcciones sustentables
Los usos que se pueden dar a este elemento son variados. Entre los más comunes está la mobiliaria urbana, como bancas ecológicas, juegos infantiles, macetas para cultivos, huertos urbanos, muros de protección, invernaderos, entre otros.
Sin embargo, Fernando Espinoza, director del proyecto Ecoladrillos, sueña con construcciones más grandes: “Ojalá pudiéramos hacer miles de casas y lograr limpiar el medio ambiente lo más posible. Tenemos una causa importante que es ayudar a mejorar las condiciones de habitabilidad de nuestra región, y ojalá podamos aportar en otros lugares”.
Para lograr construir viviendas con ecoladrillos, estos deben haber pasado ciertos criterios de la Norma Chilena de la Construcción. El equipo de Espinoza está trabajando en ello, y actualmente solo les faltan tres pruebas para que puedan incorporar sus ecoladrillos como material aprobado y seguro.
Además del ecoladrillo casero, existe uno más industrializado, en donde el proceso conlleva triturar plásticos, que pueden ser de mayor densidad, y mezclarlo con otros materiales, como con la arenilla resultante del cemento, o inyectar ese picadillo directamente en la botella.
Este tipo de ecoladrillo es más apto para las construcciones, ya que tiene un estándar mayor de calidad al ser elaborado con maquinaria. Sin embargo, Espinoza explica que uno casero puede llegar a ser igual de bueno, siempre que la persona se haya educado al respecto.
Felipe Castillo, de Fundación R comenta que los ecoladrillos han tomado fuerza en los últimos años, sobretodo en pandemia. Sin embargo, aún no están presentes en el mercado, y concluye: “Es importante que se empiecen a valorar, que empiece a funcionar en la economía circular el tema del ecoladrillo, para que pueda ser un retorno para las personas que lo están haciendo”.