- Según datos de la ONU, la producción textil es responsable del 20% de las aguas residuales globales, siendo una de las industrias más contaminantes. Con esto en mente, emprendedoras del rubro de la moda han optado por cambiar las formas de vestir en base al upcycling y la economía circular.
Por Josefa Zepeda
El upcycling, o “supra reciclaje” es una palabra creada a partir de dos conceptos: reciclar (recycling), y mejorar lo que ya tienes (up). Con esta técnica se aprovechan los objetos para crear nuevos productos por medio de la creatividad, que tienen un mayor valor que el que tenía el objeto original.
Por ejemplo, en el perfil de Instagram de Francisca Gajardo, diseñadora de vestuario y creadora de la marca Y.A.N.G., se pueden ver poleras con distintos colores, texturas y formas. Un pantalón pasa a ser chaqueta, una manga parte de un peto, y así las posibilidades son tantas como las que imaginación pueda crear. Un conjunto de prendas pueden volver a dar vida a un vestuario completamente nuevo y a la moda, dando lugar a la economía circular. “Lo que hago es una deconstrucción de la ropa, es decir, desarmar la prenda por completo para generar otra morfología”, cuenta Gajardo.
Una forma de generar menos residuos es reutilizando la ropa que ya está en circulación, ya que según datos de las Naciones Unidas, la industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo. Además, la producción mundial de ropa y calzado genera el 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero y confeccionar unos jeans requiere unos 7500 litros de agua. El equivalente a la cantidad que bebe una persona promedio en siete años. Estos son solo algunos de los daños que genera la moda rápida.
Helen Gudman, oriunda de Valdivia, vive en Santiago desde hace ocho años y estudió diseño de vestuario. En la universidad se dio cuenta de la problemática de la industria textil y decidió comenzar en marzo del año pasado su emprendimiento Game Over de moda consciente. Al igual que Francisca, utiliza la técnica del upcycling: “Lo que hacemos es transformar esa ropa y darle un diseño que tenga valor mayor al de la prenda original y que trascienda en el tiempo para que los productos que se reutilicen sean de la forma más óptima y duradera”, explica Helen.
El valor agregado de reciclar
Trinidad Jara, de La Florida, comenzó a reciclar y vender ropa en 2019 a través de su emprendimiento Reviste.lo. Sin embargo, recién este año exploró en la deconstrucción de las prendas para generar nuevos diseños. Comenta que la idea de lo sustentable se dio porque se informó sobre la industria textil y entendió que la gente compra lo que está a la moda, por lo que un diseño nuevo y único podría generar más conciencia que simplemente vender una prenda de segunda mano. “Espero que la gente se cuestione y se de cuenta que hay más opciones para vestir, solo tienes que escoger qué quieres para el futuro”, expresa Trinidad.
El tiempo que se demoran en confeccionar cada prenda es de mínimo cinco horas, sin contar el proceso de selección, y preparado de telas. Tiempo similar tarda Javiera Gutiérrez de Curicó. Su emprendimiento se llama Venusiana y sigue la misma línea que las marcas anteriores. “Las prendas adquieren otro valor cuando alguien las selecciona por ti y las pone en escena. La idea de esto es darle otra vuelta, tratar de rescatar esas prendas que se hicieron hace años y actualizarlas para que la gente siga a la moda pero reciclada”, comenta Javiera.
Las diferencias
La técnica del upcycling en la ropa es diferente a la del reciclaje común, ya que en la última solo se está vendiendo la ropa tal cual fue recibida. En la deconstrucción de la prenda, se genera un valor agregado al trabajo que conlleva detrás: crear un producto completamente distinto al original.
Sin embargo, Francisca Gajardo comenta que todas las formas de reciclaje de ropa son válidas y contribuyen a reducir el daño medioambiental. “Yo creo que ambas [reciclaje común y deconstrucción de la ropa] tienen valor agregado, es solo que son distintas etapas por las que pasa la prenda. Debemos reutilizar la prenda lo más que se pueda antes de deconstruirla. Tenemos que tratar de evitar de llegar al punto del reciclaje, ya que el hecho de que reciclemos más solo habla de nuestras malas conductas como sistema”, expresa.
Instagram: la nueva vitrina de las marcas
Estas marcas han logrado surgir a través de Instagram, y han tenido buen recibimiento de la gente por el trabajo que realizan. Helen Guldman, creadora de Game Over, comenta que, según ella, la pandemia ha repercutido en el nivel de consciencia ambiental de la población, y las personas valoran el trabajo que hay detrás y deciden adoptar estas nuevas forma de vestir y de presentarse ante el mundo.
Los feed de las cuentas en Instagram han ayudado en esta tarea y se han convertido en una nueva vitrina para mostrar sus proyectos al mundo. Y no solo eso, sino que también lo utilizan para informar sobre el daño de la moda rápida y enseñar al respecto.
Francisca Gajardo, (Y.A.N.G) ha integrado a su Instagram la promoción de sus tutoriales y talleres de reciclaje experimental. “Una vez que me perfeccioné en mis metodologías y formas de reciclaje pensé que en vez de vender ropa, quería dedicarme a compartir mis conocimientos porque así más personas pueden aprender y la ola expansiva del impacto que se genera es mucho mayor”, comenta Francisca, quien realiza estos talleres desde 2018, pero debido a la pandemia debió reinventarse y lanzar una modalidad online.
A sus talleres suelen llegar cerca de 15 a 20 personas, y aparte de trabajar técnicas de deconstrucción sin residuos, se enseña sobre la teoría del impacto medioambiental que genera la industria de la moda, para que las personas sean conscientes de la importancia de la economía circular.
“He tenido muy buena respuesta. Es muy importante que la economía circular siga creciendo porque hemos estado trabajando nuestras economías de una manera errónea. Hay que empezar a cambiar todo y esta forma de hacer vestuario te da independencia de las grandes empresas, el reciclaje en sí te da autonomía, es una herramienta de lucha, y es de las formas más óptimas para los latinoamericanos, que no tenemos tanta tecnología”, finaliza Francisca Gajardo.