Entre nodos y silos: Avanzando hacia una economía circular
- Por Cristian Zegers, consultor senior en economía circular y cofundador de Social Renovable.
En los años que llevo impulsando la economía circular he aprendido una lección fundamental: la esencia de diseñar modelos de negocio circulares y sostenibles radica en la colaboración. La transformación de las cadenas de valor, ya sea grandes corporaciones o pequeñas empresas, exige un esfuerzo conjunto. Optar por soluciones puntuales frente a desafíos complejos simplemente no alcanza para modificar nuestro modelo de producción y consumo.
Las soluciones aisladas a desafíos específicos, aunque puedan parecer victorias rápidas, raramente logran un impacto sustancial sin una colaboración efectiva. La transición hacia la circularidad exige un enfoque integrador que incluya a todos los actores relevantes, desde proveedores hasta clientes y comunidades locales.
¿Estamos realmente dispuestos a colaborar? La economía circular no es una solución única, no existe el «one size fits all». Requiere trajes a medida, lo cual implica conocer y colaborar no solo dentro de nuestras propias cadenas de valor, sino también con los stakeholders relevantes de nuestro entorno.
La disposición para compartir conocimientos e información, incluso cuando podrían ofrecernos una ventaja competitiva, es fundamental. La economía circular desafía la noción de soluciones universales, requiere estrategias personalizadas, basadas en un conocimiento profundo y colaboración.
Hemos sido educados (y adoctrinados) bajo el pensamiento de que «el ganador se lleva todo», donde el valor no se comparte, algo arraigado en nuestra educación y cultura empresarial.
Durante los últimos años, hemos visto el surgimiento de numerosas plataformas, nodos y centros de articulación para el desarrollo de la economía circular. Son iniciativas que buscan aportar a la colaboración y al cambio sistémico.
Sin embargo, al observar más de cerca, pareciera que no hay una colaboración eficiente entre ellos, generando una duplicidad de esfuerzos. Cada nodo elige a sus propios stakeholders y no se aparta de ellos, sin compartir lecciones aprendidas con otros que buscan el mismo objetivo. Esto sugiere que la competencia sigue presente incluso entre quienes promueven la colaboración
¿Estamos actuando como nodos y clústeres que buscan colaborar para el desarrollo sistémico de la economía circular en toda la cadena de valor, o estamos trabajando como silos separados, donde cada uno actúa independientemente?
Algunos programas y organizaciones sí han logrado trascender estas barreras, creando espacios de aprendizaje y eventos conjuntos para acelerar la transición hacia prácticas más verdes e inclusivas, como es el caso del programa Territorio Circular. La colaboración, por tanto, no solo es relevante, sino esencial para impulsar cambios significativos en cadenas de valor y territorios completos.
La colaboración es crucial para acelerar la transición a una economía circular. Las soluciones puntuales en cada empresa, aunque importantes, no generan un impacto significativo a nivel de cadenas de valor o territorios. La implementación aislada de iniciativas hacia la circularidad y la falta de colaboración dificultan cambios sustanciales Además, no podemos dejar de lado lo relevante que es el apoyo que entregan los stakeholders, quienes pueden aumentar las alternativas, el financiamiento y el apoyo técnico necesario.
En Chile, a pesar de contar con una sólida base de marcos normativos que guían esta transición, la variabilidad territorial exige adaptaciones locales. Promover espacios de diálogo y aprendizaje compartido entre líderes de nodos y plataformas podría ser clave. La propuesta de un foro anual para compartir experiencias y colaborar en proyectos conjuntos podría ser un paso adelante.
La economía circular representa tanto una responsabilidad como una oportunidad compartida. Aunque desafiante, la colaboración surge como el camino más prometedor hacia soluciones sostenibles y resilientes.