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La necesidad de más empresas y ciudadanos responsables y conscientes

La necesidad de más empresas y ciudadanos responsables y conscientes

  • Por Gerardo Wijnant, consultor en Sostenibilidad y Nuevas Economías.

¿Es posible imaginar que exista un número creciente de ciudadanos que, en su rol de consumidores, puedan ser más conscientes y responsables en su consumo y que al margen del precio y/o marca, guíen su instinto comprador bajo otros parámetros? ¿Alguna vez, tras adquirir un bien o producto, nos detenemos a pensar en los procesos y/o las consecuencias que se han generado en su elaboración y en particular, si el trabajo que conlleva se ha remunerado de forma justa? 

Iguales preguntas son válidas para las empresas y organizaciones que son también grandes consumidores de materias primas, productos y servicios necesarios, para poder elaborar los productos finales que colocan en los mercados. 

Generalmente no nos planteamos semejantes cuestionamientos. El presupuesto personal o las exigencias de rentabilidad en las empresas, no nos permiten pensar mucho en esto y entonces mantenemos conductas que impiden que las sociedades puedan ser más justas y equitativas. Pues bien, existen varias expresiones de nuevas economías que sí lo contemplan y consideran, y entre ellas el comercio justo o fair trade, que lentamente se ha ido posicionando en el mundo y permeando, con estas inquietudes, a muchas comunidades y empresas, demostrando que se puede ser rentable sin dejar de considerar la ética en las decisiones de todo orden.

¿De qué hablamos cuando hablamos de comercio justo?

Lo que pretende el comercio justo es acercar lo más posible el productor al consumidor, sea este último una persona que requiere de múltiples productos para su vida, o una empresa, que necesita insumos para sus procesos de producción, de manera tal que se satisfagan las necesidades de adquirirlos, pero que, a la vez, se pueda percibir que con las compras de estos se está contribuyendo a un mundo mejor, pues el productor de base estará recibiendo un pago digno o justo por el trabajo que desarrolla.

Este esquema ha ido creciendo en el mundo tras la constatación del gran desastre ecológico y social que vive el planeta por una excesiva concentración de riqueza y por un extractivismo que nos ha generado grandes problemas. Por ello, el comercio justo es una buena respuesta a los objetivos de un desarrollo sostenible y regenerativo y es en los productos del agro en donde más se ha desarrollado. Café, cacao, miel, berries, frutos secos, vino y muchos otros productos derivados o procesados, tienen hoy nomas especificas bajo el esquema de comercio justo para asegurar la trazabilidad en sus condiciones sociales y ambientales de producción.

A la pregunta inicial, hoy tenemos buenas noticias.  Existen varias agrupaciones o cooperativas de consumidores que están buscando ser sostenibles y que buscan un consumo más consciente y, por otro lado, hay más empresas que trabajan con una conciencia más clara de lo que es la sostenibilidad y lo que significan las cadenas de valor responsables.

Las empresas deben y pueden trabajar con herramientas de marketing adecuadas que permitan hacer entender a los consumidores que no da lo mismo adquirir un producto A o un producto B. Al respecto, hace un tiempo nos tocó elaborar un estudio para el Ministerio de Economía, sobre caracterización del comercio justo y propensión a un consumo responsable que identifica una gran cantidad de segmentos de consumidores interesados en compras responsables, pero a los que les falta más información para poder canalizar sus decisiones. Al mismo tiempo, y desde las empresas, se deben incorporar variables éticas en la evaluación de proyectos, es decir, cómo se aprecia un proyecto tratando de maximizar utilidades y minimizar costos, pero sujeto a un buen impacto social y ambiental.

Lo que nos tiene mal como comunidad es disociarnos. Cuando las personas, instituciones y empresas se disocian de una realidad y no entienden que son parte de un todo es donde tenemos los mayores desequilibrios. En medio del predominio de una mirada individualista, lo importante es nuevamente integrar el impacto de mi acción empresarial hacia todo el contenido que eso tiene, lo que se relaciona con el origen de lo que es ser empresa, que no significa ganar más utilidades por una acción, sino que desarrollar una actividad que tenga un sentido y que sirva a la sociedad, al bien común. El empresario más exitoso, por tanto, no es el que obtiene mayores utilidades, sino el que logra ser sostenible y que más aporta al bien común general de manera comprobable.

Afortunadamente hoy existe un consumidor más preocupado de la ética, la transparencia y la sostenibilidad de las empresas, y aquellas que no se sumen a en el mediano plazo a un esquema de mayor sostenibilidad, van a tener problemas de acceso al mercado, frente a una generación de personas mucho más informadas y que toman decisiones mucho más conscientes.

¡Que viva el comercio justo!

Nadando contra la corriente: el aumento de las Cooperativas de Consumo Responsable en Chile

Nadando contra la corriente: el aumento de las Cooperativas de Consumo Responsable en Chile

  • Productos agroecológicos, sustentables y locales. Esa es la premisa de estas organizaciones para ofrecer una alternativa al comercio establecido, además de proponer un modelo de compra-venta circular en el marco del comercio justo.

Autogesión es la palabra clave de las denominadas «cooperativas de consumo responsable», que de a poco crecen por diversas partes del país, con temáticas que van desde servicios (por ejemplo electricidad y transporte), hasta alimentación. Su consigna es la lucha por incentivar el producto local.

Construidos por más de 100 socios, en el caso de las cooperativas que abogan por la alimentación, el objetivo primordial es abastecerse de víveres agroecológicos o con certificados orgánicos y que sean parte del comercio justo. Es decir, que sigan lineamientos éticos específicos en relación a DD.HH., prácticas laborales justas y protección del medioambiente.

En el caso de su impacto en la economía circular, promueven el trato directo con productores pequeños, prefiriendo productos amigables con el medioambiente, que pueden ser reciclados, reutilizados y libres de químicos nocivos para la salud.

La Manzana es una de las primeras cooperativas de consumo responsable del país. Ubicada en Valdivia, reparte y recibe productos de toda la zona. El proyecto comenzó en el terminal de buses de la ciudad, a raíz de un grupo informal que repartía víveres entre ellos.

Poco a poco, la cantidad de gente comenzó a aumentar y la idea de hacer una cooperativa cobró fuerza. Finalmente, el año 2009, inició actividades de manera formal; en una labor que se mantiene hasta hoy, 13 años después. “Es impactante cuando te das cuenta de lo que estás consumiendo: agroquímicos, preservantes, colorantes, exceso de sal, etc. Cuando uno hace ese click, puedes mejorar tu salud y hacerte cargo de lo que consumes”, cuenta Catrileo, respecto a su motivación para participar en la organización», cuenta Rayen Catrileo, presidenta de La Manzana.

Este organismo valdiviano busca estimular al productor local y a la agricultura de la zona, adquiriendo alimento fresco y agroecológico. Para ello trabajan de manera constante con fabricantes de los alrededores; por ejemplo, tienen volúmenes comprometidos de productos en La Unión y Paillaco. “Esto ayuda a la gente que produce de manera económica y a nosotros de forma organizacional”, agrega Catrileo. Las compras se realizan los días miércoles (verduras en predios cercanos), mientras que algunos vendedores hacen llegar los productos en servicios de mensajería.

Todos los víveres llegan a la tienda oficial de La Manzana, ubicada en Valdivia. Allí se pueden encontrar alimentos, cosméticos e incluso productos para el hogar. El pago a los proveedores se realiza de manera única el día que son adquiridos los víveres. De igual forma, vendedores de la zona se acercan hasta el almacén para ofrecer sus creaciones, el cual está abierto de miércoles a sábado. El aporte de capital de los socios es de 50 mil pesos. En tanto, anualmente, se paga una cuota social para pagar costos administrativos de la cooperativa.

JUNTOS-COMPREMOS-ALMACEN

En Santiago, varias cooperativas se han levantado para propiciar una alimentación mucho más saludable en varias comunas. Ese es el caso de Juntos Compremos, grupo vecinal que nació en 2011 como una comunidad de compras grupales.

Al igual que La Manzana, su objetivo es apoyar los productos locales y evitar la compra en grandes cadenas de supermercados y negocios asociados. El crecimiento fue progresivo y al conseguir los 100 socios necesarios, se estableció formalmente la cooperativa de abastecimiento junto con una tienda en Plaza Ñuñoa. “Tenemos alrededor de 80 proveedores en todo Chile con los que nos abastecemos de harina, legumbres, granos, azúcar, café, té, hierbas, detergentes a granel, cosméticos, entre otras cosas”, cuenta Pamela Bravo, socia de Juntos Compremos.

Según Bravo, la idea es tener un negocio social y circular para dar alternativas al comercio establecido. “Al productor le pagamos al día, le damos visibilidad y tomamos todas las medidas para ejercer un tipo de comercio justo”, dice.

El trabajo de la cooperativa se ha mantenido incluso en momentos álgidos del país, como el Estallido Social. En aquella ocasión, ofrecieron productos y voluntarios en ollas comunes de todo Santiago. La cuota de los socios es única y asciende a 100 mil pesos. El almacén de Juntos Compremos funciona de lunes a sábado en Plaza Ñuñoa.