Pangal Andrade, activista y ex chico reality: «Todos somos una gotita de agua, pero podemos hacer un gran cambio, como reciclar en casa y no comprar tanto plástico»
- Conocido por su papel en televisión, hoy Andrade no solo promueve la protección del medioambiente y una cultura de economia circular, sino que también, vive bajo esos preceptos.
Nacido y criado en el Cajón del Maipo, Pangal Andrade alcanzó la fama tras ganar el reality Año Cero (2011), donde destacó por su destreza y capacidad atlética. Toda su vida ha estado en permanente contacto con la naturaleza, la supervivencia y el cuidado del medioambiente. Hoy está alejado del espectáculo, y le preocupa el panorama mundial respecto a la ecología, así como aportar a la economía circular y el futuro próximo del planeta. «Ahora soy constructor. Me levanto todos los días en la mañana y voy a trabajar en un hotel que tenemos que se llama Casa Primal. Lo llevamos construyendo hace más de seis años», dice Andrade.
¿Es un negocio familiar?
Es de mi hermano y cuando vino el gran aluvión se lo llevó todo. Fue terrible. Pero eso es la vida: las cosas por las que uno lucha siempre cuestan el doble y así la vida te va dando enseñanzas. Nos tuvimos que parar absolutamente de nuevo, tuvimos que reconstruirlo todo. Nos demoramos seis meses en limpiarlo completo. Día y noche sin parar, incluso fin de semana, y ahora el hotel está funcionando hace tres meses. Es el sueño de toda una vida. Soy el jefe de obra y mi papá es el diseñador. Otro hermano (Lorenzo) se dedica a la cocina, Roberto se dedica a la parte de administración y Sebastián ve los números.
Son bien apatotados…
Somos full patota, somos muy buenos hermanos y hacemos todo juntos. Con un hermano tenemos la Casa de Chocolate también, que es una heladería y chocolatería. Además, tenemos un lugar por parte de la familia de mi mamá que se llama Cascada de las Ánimas, un centro turístico que tiene más de 40 años y además es pionero en el turismo sustentable. El hotel que tenemos es de puros productos renovables. Toda la tierra del aluvión la utilizamos con botellas, neumáticos, con cartón, con todo.
¿Esta relación con el medioambiente viene de muy atrás en su familia?
Mi mamá nos enseñó desde chicos que todo en la vida sirve, que está ahí por algo, que la naturaleza es muy sabia y que todo es una suerte de dominó. Todo es una cadena que tienes que respetar, nuestra madre nos enseñó a amar y respetar la tierra.
¿Y cómo vive este apego?
Yo siempre he dicho que es una maldición porque te afecta tanto lo que hoy en día está pasando.
Ver cómo el ser humano trata la tierra. Te afecta tanto darte cuenta de que no importa nada y de saber que la tierra es todo. Sin la naturaleza no somos nada y al ser humano hoy en día se le ha olvidado eso: pelea por otras leyes cuando la más importante por la que tenemos que luchar es el cuidado y respeto hacia la tierra. Y eso no está, no existe.
¿Siempre ha vivido en el Cajón del Maipo?
Nacido y criado en el Cajón del Maipo, en la tierra.
¿Cómo fue crecer en ese entorno?
De chicos nos enseñaron a cazar, a subsistir de la tierra, a atar lazos, a pescar con las manos. Nos enseñaron absolutamente todo y esto viene de atrás. Mi mamá de chica recibió esa educación, entonces también nos enseñaron lo que todos deberíamos saber: subsistir de la tierra.
Y ahora tiene su casa ahí, que construyó usted mismo…
Sí, la hice yo. Mi casa está hecha de puros desperdicios.
¿Cómo nació esa idea?
Yo me fui viejo de mi casa, a los 33 años (ríe). Pero yo siempre dije que quería irme a una casa que yo construya, no arrendar ni nada. Irme a mi casa que yo construí con mis propias manos.
Mi papá me preguntó si tenía plata y la verdad que yo no tenía mucha. Entonces él me dio la idea de hacerla con materiales que estén botados en la calle. Y ahí empecé. Construí con neumáticos que llenamos de tierra. Mi casa queda en una quebrada, colgada en el cerro. Hice el techo de cartón, con ayuda de los cartoneros que me traían de todas partes. Iba a la chatarrería a comprar fierros, busqué un montón. Yo soldé la casa, la hice toda. Me demoré el doble pero ahora estoy en mi casita, feliz.
¿Cuánto demoró la construcción?
Desde que empecé hasta que me vine a vivir, fueron dos años y nueve meses. Sin parar. Trabajaba los fines de semana.
¿Esta motivación por construir ha sido una constante en su vida?
De chiquitito construía, trabajaba con mi papá. Me enseñó a hacer cosas con las manos, aunque el gran artista es él. Yo solo soy el constructor.
Entonces no se ve saliendo de ahí…
¡Si! ¡A mí me gusta Chile! Soy amante de un país increíble. No valoramos el país que tenemos. Tenemos un país único a nivel mundial. He tenido la suerte también de viajar mucho por el mundo y no existe otro lugar que tenga desierto, mar, selvas, bosque. Es único.
¿Por qué cree que la gente no valora el país que tiene?
La gente como le perdió el amor a la tierra. Tú te das cuenta cuando vas a distintos lugares o la misma gente que nos gobierna. Nos desconectamos de la tierra, de nuestro ADN, de nuestro ser animal. La pandemia ayudó a reconectarnos un poco, porque todo el mundo quería salir y volver a la tierra.
¿Pero sólo en Chile?
Esto es de todo el mundo, o sea, se viene una hecatombe mundial porque el ser humano no se está poniendo las pilas.
Tomando en cuenta el panorama mundial respecto al medioambiente, ¿qué responsabilidad tenemos como individuos?
Todos somos una gotita de agua, pero podemos hacer un gran cambio, como reciclar en casa y no comprar tanto plástico. No ser tan consumista, llevar tu basura a puntos limpios… Si todas esas gotas se juntan, se arma un estero, y después se arma un río y después un mar. Si lo logramos, la hacemos. Por ahora estamos en el proceso de juntarnos entre gotitas.
¿Eso generará un cambio real?
Totalmente. Nosotros tenemos el poder decidir, de decirle a las empresas lo que queremos, de cambiar la economía, nosotros somos los consumidores. Nosotros somos los que le damos la plata a las grandes empresas. Tú eres el que decide qué es lo que va a comprar y qué no. Tú, nadie más que tú.
En esa línea, ¿qué le parece el cambio de paradigma de algunas empresas a ser un poco más “verdes”?
Ese es el futuro. Me fascina.
Usted participó en una campaña con un banco…
La gente está cambiando, la gente está exigiendo. Y si la gente empieza a querer cada vez más el cambio, las empresas están obligadas, porque nosotros llevamos la batuta.
¿Cuál es la responsabilidad de las autoridades?
Faltan leyes que exijan que seamos 100% sustentables y renovables. Tenemos todo para hacerlo. Pero no sé qué están esperando. Quieren lograr la neutralidad del carbón hasta el 2050 y no, tiene que ser ahora. Pero seguimos quemando. En algún momento va a explotar.
En el día a día: ¿Cómo se relaciona con la economía circular?
Yo soy cero huella. Todo lo que sube, se queda en mi casa. Toda la basura y plásticos los vuelvo ecoladrillos gigantes. Meto la basura dentro de los neumáticos. Esos neumáticos después se tapan con barro. Hace dos años y medio que no bajo basura. Hice unos drenajes buenísimos y toda el agua que uso se va a los árboles. Tengo árboles frutales por todas partes. En el fondo es prepararse. Me enseñaron a estar preparado para lo que viene.
¿Dónde adquiere los productos básicos?
Una prima hace pan de masa madre y nos da. Compro verduras en almacenes chicos y las traigo en cajas. Uso detergente biodegradable. Almuerzo con mi mamá en el trabajo. Ella cría patos, gallinas, pero comemos muy poca carne. Tengo mi propia chacra en mi casa.
¿Lleva una alimentación basada en vegetales?
Como muy poca carne. Me gusta, pero con suerte, una vez al mes.
¿Cuánta distancia recorre entre ir a comprar y volver?
Para subir a mi casa es como un kilómetro y medio caminando, por el cerro. No es tanto, pero fue heavy subir todas las cosas para construir. Tuve que subir todo en moto.
¿Se ha planteado alguna vez educar acerca de este estilo de vida?
Educo un poco por mis redes sociales. Enseño todo lo que puedo.
¿Cómo es el llamado a contribuir con la economía circular? ¿Qué tipo de mensaje entrega?
El llamado es a ser conscientes. No qué comprar ni qué hacer. Sino, poner la mano en el corazón y ver lo que le falta y necesita el mundo. Cada uno aporta con lo que puede. Todos los cambios son de a poco. El llamado es a frenar y ver tu entorno, a que pienses de donde viene el agua que te estás tomando. Imagínate que Chile es un país que no tiene ley de glaciares. Lo atrasados que estamos. Si logramos ser una sociedad un poco más consciente, nos irá mucho mejor.