Por Margarita Ducci, directora ejecutiva de Pacto Global Chile, ONU.
El planeta está recibiendo millones de toneladas de residuos que están contaminando nuestro ecosistema, acumulando basura y destruyendo nuestro entorno. Los patrones históricos, de consumo y producción han contribuido ampliamente a la triple crisis que amenaza la salud humana, acelerando el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación. Si persistimos con nuestros hábitos, en 2050 necesitaríamos los recursos naturales de tres planetas como el nuestro para asegurar una vida digna a una población mundial estimada en 9.600 millones de personas, para entonces. Es por ello que la transición hacia un consumo y producción más sostenible, además de consolidar una economía circular, es urgente.
Las cifras nos indican que más de 14.500 empresas en Chile generan 2 millones de toneladas al año de envases de plástico, vidrio, cartón en general, metales y cartones para bebidas. Hoy, apenas el 12% de esos residuos, presentes en nuestras casas, se reciclan. Afortunadamente, poco a poco, una mayor consciencia medioambiental está generando cambios, tanto en las personas como en las empresas y la valorización de los residuos se está masificando a través de conceptos como el reducir, reutilizar y reciclar. A ello se suma que el país cuenta con una Hoja de Ruta de Economía Circular, instrumento de planificación a largo plazo, con una visión que va mucho más allá del mero reciclaje, replanteando el actual modelo de producción y consumo.
En ese sentido, el ODS12 apunta a fomentar el uso responsable de los recursos naturales, reduciendo los desechos y el desperdicio de alimentos, reciclando y reutilizando. Ello se traduce en una mejor calidad de vida para todos y ayuda a lograr planes generales de desarrollo, que tengan impacto en la reducción de costos económicos, ambientales y sociales, que aumenten la competitividad y que reduzcan la pobreza. Hoy se trata de incentivar que las empresas entreguen productos y servicios cuya trazabilidad sea posible, a través de toda su cadena de producción, es decir, que haya preocupación y se determinen acciones para ello, desde la creación de un bien hasta su término. En ese recorrido, el camino debería llegar a acercarse cada vez más, a ser absolutamente circular y consolidar el concepto “de la cuna a la tumba”.
Sabemos con certeza que los consumidores esperan mensajes claros e inclusivos, para fundamentar sus decisiones de compra, y saber cómo utilizar el producto de manera responsable y qué hacer con éste, al final de su vida útil. De hecho, por segundo año consecutivo, un estudio de Better Brands, donde Pacto Global fue patrocinador, arrojó que 8 de cada 10 chilenos quiere que las marcas se comprometan por un mundo mejor. Es decir, al evaluar el triple impacto: personas, prosperidad y planeta, las marcas están siendo exigidas y llamadas a crear valor a través de la sostenibilidad.
Sin duda, los clientes han cambiado mucho y tienen mayor preferencia por los productos que contienen tecnologías sustentables. Así mismo, son mucho más conscientes del impacto de cada uno de los productos que consumen, así como de las consecuencias que pueden causar en el medioambiente.
Estamos ante una nueva realidad al que las empresas deben hacer frente con creatividad e innovación, sin dejar de atender los resultados de la compañía, pero con una mirada integral, sabiendo “leer” los requerimientos de los consumidores. Eso permite construir entre todos una economía más sostenible.