Por Macarena Guajardo, directora ejecutiva de Fundación Basura.
“Flores en el desierto” es una frase que no sólo suena inusual, sino también improbable. Al buscar en el navegador encuentro Imágenes con fuertes colores y contrastes en páginas de centros de turismo, aerolíneas y otras organizaciones que invitan a visitar este lugar, a vivir esta única y hermosa experiencia.
Hoy, el desierto tiene colores que no sólo reflejan el sol en los pétalos de las más adoradas formas de vida de la naturaleza, sino de uno de los objetos cotidianos más codiciados de la sociedad: la ropa. Sí. Ropa. Una noticia que ha dado la vuelta al mundo, poniendo a Chile -y sus paisajes cubiertos de harapos, residuos textiles, prendas en perfecto estado que han sido olvidadas y posteriormente desechadas a cielo abierto- a ojos del globo. Según datos de la ONU, la industria textil es responsable del 20% del desperdicio total de agua a nivel mundial y de más del 8% de las emisiones globales de carbono.
Pero, ¿quién es responsable del paradero de estos objetos sin memoria aparente en un lugar que, a pesar de ser representativo de nuestra identidad país, hemos utilizado como un simple vertedero?¿Son las importadoras de ropa barata? ¿Son las personas que compran prendas como si no hubiera mañana? ¿Es el Estado y la falta de legislación al respecto? ¿Es, más bien, el ya conocido Fast Fashion y sus principios de diseño de prendas de temporadas cortas, de precios baratísimos, de condiciones laborales paupérrimas y peligrosas, de impactos en la salud mental de las personas porque sentimos que nuestra identidad depende de estar “a la moda”? Y es que la moda realmente no tiene nada de malo, pues ella nos permite usar nuestra creatividad para vestir, identificar nuestros estados de ánimo con un color específico, sentirnos especiales con una prenda sentadora. La moda es, realmente, algo hermoso.
El problema, como prácticamente todo en esta vida, es multifactorial y las respuestas han sido entregadas por distintas organizaciones y campañas a lo largo del territorio nacional de manera ardua, como el caso de Fashion Revolution, la ONG Desierto Vestido, emprendimientos como The Ropantic Show, Ecocitex, Redress y otras iniciativas que, de manera creativa y colaborativa, buscan devolver la vida a prendas olvidadas y recuperar el sentido de nuestras acciones: construir el bien común. Es en esta línea que, desde Fundación Basura, hacemos un llamado a todas las organizaciones que trabajan en materia para unirnos y potenciar esfuerzos a través de un encuentro sobre el Fast Fashion en Chile.
La clave de esta columna es, entonces, la invitación a todos los actores a responder a la pregunta inicial con el objeto de definir cuál de las dos realidades deseamos seguir construyendo no sólo en nuestras vidas y memorias, sino en la de aquellas personas que están por venir: Desierto ¿Florido o Vestido?