Por Margarita Ducci, directora ejecutiva Pacto Global Chile, ONU.
El impacto de una nueva Constitución, -se apruebe o no-, será clave para definir cómo implementaremos una política social, ambiental, y económica, pensada para las próximas décadas. Como muchos de los grandes problemas de los países, las soluciones críticas requieren de todos los afectados, y debemos estar conscientes que todos somos necesarios para lograr los objetivos que nos hemos trazado como país, tomando en cuenta, además, que formamos parte del mundo.
En cuanto a lo ambiental, no hay que olvidar que la trayectoria actual, de aumento de la temperatura hacia los 2,6 grados proyectados para fin de siglo, podría eliminar hasta el 14% del PIB de la economía mundial, pudiendo alcanzar para Chile, incluso un 21%. Efectivamente, nuestro país, a nivel global, es uno de los más vulnerables a los impactos del Cambio Climático, y en el cual se proyecta una expansión de la superficie total expuesta a la frecuencia e intensidad de sequías, incremento en el número de incendios, extensión e intensidad de olas de calor y condiciones extremas de temperatura, que ya están impactando a una amplia gama de sectores, como agricultura, silvicultura, salud, y ecosistemas.
A lo anterior se suman las pérdidas en reservorios de agua, tamaño de los glaciares y continuos deshielos en la Cordillera de los Andes, todo lo cual se ha traducido en la reducción en volúmenes de caudales y cauces de ríos. De hecho, el último Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas, señala que la vulnerabilidad de América Latina frente a la crisis climática es incluso mayor que la de países desarrollados, debido a que las condiciones de pobreza e inequidad agudizan los impactos.
Es así como, entre otros aspectos, debemos insistir con el desafío de la carbono neutralidad, generar inversiones en torno al hidrógeno verde, innovación a gran escala en el recurso del litio y hacerse cargo de toda la complejidad que significan las denominadas zonas de sacrificio.
El Cambio Climático está afectando a personas, ecosistemas y medios de subsistencia en todo el mundo. Los fenómenos extremos, como olas de calor, lluvias torrenciales, aluviones y sequías, se hacen cada vez más intensos y frecuentes, e impactan de manera desproporcionada a las personas más vulnerables de nuestro país y del mundo entero. La conclusión es inequívoca: las actividades humanas son responsables del cambio climático, haciendo que los sucesos extremos, sean cada vez más frecuentes y severos, siendo ya irreversibles.
Debemos definir la eterna disyuntiva de equilibrar la importancia de lo medioambiental con la relevancia de lo económico y sus compensaciones, lo que marcará un hito en la consolidación de cómo convivimos como sociedad, con nuestro entorno, respetando el rol de la naturaleza y de la biodiversidad, pero sin dejar de lado el proceso productivo, tan necesario para el crecimiento del país.
El gran desafío entonces, es poner en valor la protección de los ecosistemas, contemplar la sostenibilidad de los bienes comunes, la producción, extracción y consumo responsable, en un equilibrio planificado responsablemente, para asegurar la equidad social y el crecimiento económico.
Se trata de un cambio cultural clave para el futuro de Chile, donde ya se ha instalado el impulsar un sistema financiero orientado a la inversión sostenible que se ocupe tanto de la salud de la economía, como de la del medioambiente y sobre todo, de la salud de la sociedad.